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HOSTIGAMIENTO Y ACOSO CIBERNÉTICO

No conocer los riesgos no nos libera de la responsabilidad de tener capacidad de respuesta ante ataques que pueden sufrir nuestros hijos en la red. Por eso estos riesgos los adultos los deben conocer y comprender para brindar el apoyo indicado en el momento adecuado.

Los niños y los jóvenes que utilizan las nuevas tecnologías para jugar y para socializar a través de las redes sociales están considerablemente más expuestos a diversos peligros como grooming, sexting o cyberbullying.

Al contactar con desconocidos sin ningún tipo de protección de identidad, nuestros datos personales –así como los de amigos y familiares– podrían estar disponibles en la Web y, por lo tanto, dejarnos –o dejarlos a ellos– expuestos a peligros como grooming, sexting o cyberbullying.

Los niños y los jóvenes que utilizan las nuevas tecnologías para jugar y para socializar a través de las redes sociales están considerablemente más expuestos a este tipo de hostigamiento y acoso cibernético. En el caso del ciberbullying, los expertos sugieren, ante todo, denunciar el hecho en el colegio. Según una investigación realizada por la empresa de seguridad informática Eset de Argentina, que incluyó a 400 jóvenes de América Latina, un 36% de jóvenes de entre 14 y 29 años ha sufrido algún tipo de ataque mientras navegaba por Internet. Según la misma encuesta, un 83% de jóvenes usa frecuentemente Internet varias veces al día. Los dispositivos móviles, el correo electrónico, el chat y Facebook proporcionan el terreno donde pueden ocurrir estos ataques. Existe incluso otro problema: un 16% de niños y jóvenes admitió haberse citado con desconocidos a través de Internet, mientras que solo el 11% de niños y jóvenes admitió que acudiría a sus padres ante algún tipo de ataque.

Warning! El ciberbullying, o ciberacoso, es el uso de información electrónica y medios de comunicación –correo electrónico, redes sociales, blogs, mensajería instantánea, mensajes de texto, teléfonos móviles– para acosar a un individuo o a un grupo.

La denominación ciberbullying se debe al educador canadiense Bill Belsey, pero existen otros términos para designar esa práctica: acoso electrónico, acososms, network mobbing, acoso móvil, acoso en línea, acoso digital o acoso en Internet.

El ciberacoso implica un daño recurrente, infligido a través del medio electrónico, y puede constituir un delito penal. En este caso, el objetivo del acoso es el de causar preocupación y angustia, hasta disminuir o mellar la autoestima. Su naturaleza varía, desde el envío de e-mails a quien ha manifestado que no desea recibir comunicaciones del remitente, hasta amenazas –incluso con connotaciones sexuales–, etiquetas peyorativas y discriminatorias, etcétera.

El grooming es una variante del ciberacoso, y constituye el delito de mayor impacto sobre adolescentes en la web. Consiste en la utilización de las redes sociales, por parte de un adulto, para captar la amistad de un niño o adolescente con fines sexuales, mediante la creación de un perfil falso.

El sexting consiste en el envío de contenidos de tipo sexual (sobre todo, fotografías y/o videos) –producidos generalmente por el propio remitente– a otras personas, por medio de teléfonos móviles. De todo lo expuesto, se deduce que es de gran importancia generar en la familia espacios de diálogo para conversar sobre el uso que hacen de Internet los hijos, a qué juegan, con quién utilizan las redes sociales y para qué. Es posible utilizar este espacio de diálogo para aportar información o consejos que les permitan navegar en Internet protegidos.