Page 11 - Lecturas sobre lecturas
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tes, de esa o de cualquier época. Algunos testimonios de alumnos -que son hoy ancianos memo- riosos- cuentan y evalúan que el profesor Martínez Estrada no te- nía un modo ordenado de enca- rar sus clases. Parecía que “eso” acerca de lo que venía pensando antes de entrar al aula, era el tema de la clase del día. Algunos lo re- cuerdan, a fines de los años ‘30, “angustiado, muy deprimido”, “al borde del llanto” por la amar-
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ga situación de su amigo Horacio Quiroga en la selva con quien se carteó hasta antes de su suicidio. Muchos evocan la calidez de la relación cercana que el autor de La cabeza de Goliat establecía con sus alumnos. Llegaba antes y se iba después de la clase entu- siasmado por las conversaciones con sus discípulos adolescentes, recuerdan otros.
Distintas versiones, cambiantes perspectivas de una práctica de


































































































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