Page 78 - Lecturas sobre lecturas
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y podríamos seguir y decir, la lectura es asunto más de muje- res que de varones).
¿Cómo enfrenta la escuela estas representaciones cruzadas, en tensión, contradictorias? Y ¿cómo invita a los nuevos sujetos que son obligados a transitar por ella a participar de la experiencia de la lectura, la escritura y el conocimiento? Las respuestas a estas pregun- tas nos invitan a realizar una re- flexión acerca del sentido o de “el valor de educar” que estaba presente en el título de esta con- ferencia. Porque en principio
educar significa que hay otro que está presente ahí. El otro está ahí y por eso presumimos que esta- mos ante el acto de educar. Sin embargo, el principio de educa- bilidad, al decir del pedagogo francés Phillipe Meirieu, se veri- fica solo si el educador está con- vencido –dice Meirieu- “no sólo de que el sujeto puede conseguir lo que se le propone, sino que él mismo es capaz, él y sólo él, de contribuir a que lo consiga”.
Es nuestra mirada de educadores la que vuelve posible el hecho de educar y esto asumido como una “opción” –en términos de


































































































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