En este apartado entraremos a hablar más a fondo de esta edad que a muchos de nosotros como padres de familia nos preocupa, porque es la edad en la cual nuestros hijos son más vulnerables y están más expuestos a los diferentes tipos de matoneo ya sea como víctimas, victimarios o testigos.
La adolescencia es la época en que los niños y niñas experimentan profundos y diferentes cambios en su personalidad y pensamiento, al tiempo que su desarrollo físico y emocional manifiesta grandes transformaciones que los hacen muy vulnerables.
Según el doctor Tomás Aguilar Maya, el bullying se confirma en los adolescentes cuando están presentes las siguientes condiciones:
Hay ataques o intimidaciones físicas, verbales o psicológicas, destinadas a causar miedo en la víctima. Se produce dolor o daño a la víctima.
Las agresiones se producen sobre la misma persona (víctima) de forma reiterada y durante un tiempo prolongado. El objetivo de la intimidación suele ser un solo estudiante. Es decir, aunque se puede ejercer en solitario o en grupo, se intimida a sujetos concretos, nunca al grupo.
El agresor establece una relación de dominio-sumisión con la víctima. Hay abuso de poder, del más fuerte sobre el más débil.
La agresión supone un dolor no solo en el momento del ataque, sino de forma sostenida, ya que crea la expectativa en la víctima de poder ser blanco de futuros ataques.
Ausencia de provocación por parte de la víctima.
En cuanto al matoneo, no solo se presentan estas dificultades, también hay otros aspectos muy relacionados entre sí que los padres de familia, tutores y docentes solemos confundir y cuyas diferencias nos urge conocer. Se trata de los aspectos que se relacionan con las dificultades de convivencia de los adolescentes involucrados en el acoso. Según el doctor Aguilar Maya, en los agresores se observan:
Problemas de indisciplina: incumplimiento de reglas y normas de convivencia.
Conducta antisocial: indiferencia grave hacia las normas sociales con ostentación y sin ningún sentimiento de culpa (robar, producir destrozos de mobiliario, rayar o golpear vehículos ajenos, etc.).
Conductas disruptivas: comportamientos molestos que suceden con impulsividad, falta de motivación y marginación del trabajo escolar (molestar e interrumpir).
Desinterés académico: comportamientos de apatía y desinterés (no prestar atención, dormirse, etc.).
Como hemos venido mencionado a lo largo de este blog, el bullying se manifiesta en distintas formas, y más entre adolescentes. Recordemos que el acoso puede ser:
Físico: cuando se procede a golpear, patear, pegar, empujar, amenazar a la víctima. También cuando se le roba, se le esconden o estropean las pertenencias o se le obligarle a hacer lo que no desea.
Verbal: cuando la agresión consiste en poner apodos, burlarse, insultar, difundir rumores falsos acerca de la persona acosada.
Social: cuando se opta por “hacerle el vacío”, aislar a la víctima, ignorarla deliberadamente.
Psicológico: comprende toda las acciones encaminadas a minar la autoestima de la víctima atemorizándola, humillándola.
Ciberacoso: cuando se utiliza la interactividad de la web para dañar a la víctima, avergonzándola atemorizándola, o destruyendo su imagen o autoimagen ante los amigos o compañeros de estudio o trabajo y demás usuarios de las redes. Es el acoso que se ejerce a través de los medios telemáticos, Internet, telefonía móvil, videojuegos conectados en línea, etc.
De acuerdo con lo que han concluido diferentes autores o especialistas del tema, sin importar la edad, siempre están presentes estas modalidades de acoso escolar. Sin embargo, el doctor Aguilar Maya las resume en veintiséis comportamientos cuando de acoso escolar o bullying contra un adolescente se trata:
1. Llamarlo por apodos.
2. No hablarle.
3. Insultarlo.
4. Acusarlo de algo que no ha dicho o hecho.
5. Difundir mentiras sobre él.
6. Juzgar su forma de ser.
7. Burlarse de su forma de ser.
8. No dejarlo jugar con el grupo.
9. Hacerle gestos de burla o desprecio.
10. Gritarle.
11. Criticarle por todo lo que hace.
12. Imitarlo para burlarse de él.
13. Odiarlo sin razón.
14. Cambiar el significado de lo que dice.
15. Pegarte patadas o puñetazos.
16. No dejarlo hablar.
17. Esconderle sus objetos personales.
18. Ponerlo en ridículo frente a los demás.
19. Tenerle bronca o envidia.
20. Molestarlo hasta hacerlo llorar.
21. Decirle a otros que no se relacionen o estén con él.
22. Criticarlo por su forma de hablar.
23. Meterse con él por ser diferente.
24. Robarle o esconderle sus pertenencias.
25. Dañarle sus cosas.
26. Romperle sus trabajos o quitárselos.
Importantes investigaciones que se han hecho sobre el tema nos revelan los factores que hacen que los adolescentes tengan más predisposición a adquirir estos comportamientos. Cabe mencionarlos a continuación, con el fin de prevenir este problema que tan graves conflictos causa a diario en nuestro país.
Comportamiento agresivo o violencia previa.
Ser la víctima de un abuso físico y/o sexual.
Exposición a la violencia en el hogar y/o en la comunidad.
Factores genéticos (hereditarios de la familia).
Exposición a la violencia en los medios de difusión (televisión, radio, etc.).
Uso de drogas y/o alcohol.
Presencia de armas de fuego en la casa.
Combinación de factores de estrés socioeconómico en la familia (pobreza, carencia de medios, privación severa).
Separación matrimonial, divorcio, padre/madre soltero, desempleo y falta de apoyo por parte de la familia.
(tomado de “Bullying, factores de riesgo y consecuencias clínicas”. Dr. Tomás Aguilar Maya)
Para concluir este apartado, veamos las características del agresor y de la víctima en cuanto a su personalidad, aspectos físicos y ámbito social y familiar, según la investigación: “Bullying: violència en les adolescents i joves. Divina Providència. Mataró, 2006”. Esto con el fin de analizarlos y poder determinar si nuestro hijo es víctima o victimario.