Educar para la paz, en un país que se atrevió a darle una salida negociada a un conflicto armado de más de cinco décadas, constituye una obligación, un reto y la mayor contribución del sector educativo al afianzamiento de la paz como un proceso sostenible y duradero.
La obligación se formaliza en Colombia gracias a los artículos 22 y 41 y Constitución Política Nacional, de la cual se han desprendido varias normas que son indicativas para el sector formal de la educación. Una de ellas y tal vez la más integral, la Ley 115 de 1994 que recoge los retos de una formación para la ciudadanía, esto es para la participación democrática, los derechos humanos, la convivencia pacífica, la justicia, la pluralidad, la diversidad, la libertad y la equidad. Más recientemente la Ley 1732 de 2014 que surge como resultado de un proceso en el que la rama legislativa colombiana consideró necesario crear una “Cátedra de la paz”.
El reto se crea desde 1994 y se revitaliza con las normativas que van surgiendo en términos de dar sentido a la pregunta: ¿qué es la educación para la paz?
Para dar respuesta a semejante cuestionamiento, hay que establecer varios elementos. Según Abraham Magendzo et al: “la educación para la paz es una idea-fuerza de la educación para los derechos humanos. Se considera la paz como un derecho humano de síntesis, esencial para educar hacia una nueva ética de solidaridad y para la no violencia directa, cultural y estructural, pues la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, es el espacio propicio para la violación a los derechos humanos”.
Escrito por: Olga Zárate M Edición 13 Revista Ruta Maestra Ver artículo completo