Normalmente, los padres reconocemos que tenemos dificultad o para encontrar el tiempo o para realmente disfrutar de ese tiempo con nuestra familia. Tenemos muy claro que es fundamental contar con espacios para compartir con nuestros cónyuges y nuestros hijos, somos conscientes de que necesitamos pasar con ellos momentos de calidad, significativos y constructivos. ¿Pero cómo lograrlo?
Contrario a lo que podríamos pensar, la solución es gratuita y está en nuestras manos. Examina enseguida algunas de las estrategias que te pueden ayudar a conseguirlo:
1. Conviértelo en una prioridad. Hazte el propósito de liberar tiempo intencionalmente para compartir en familia.
Es un hecho que el grupo familiar ya no es el mismo de otros tiempos, cuando lo común era que en los hogares los dos padres estuvieran presentes, mamá se quedara en casa y papá fuera a trabajar sagradamente. En nuestros días, el asunto es más complejo, porque se presentan diversas situaciones: una mamá o un papá que convive sola o solo con los hijos y debe ver por ellos; hogares donde papá y mamá están presentes pero ambos salen a trabajar; hogares en los que cada uno tiene tanto que hacer y hay tantos distractores, que resulta sencillamente imposible coincidir todos en un mismo momento de ocio. Esto es aún más difícil, si nuestros hijos son púberes o adolescentes.
Todo eso es verdad pero también lo es que si no tomas la decisión jamás tendrás tiempo y, finalmente, lo lamentaremos, quizás demasiado tarde.
• Con esa determinación, reúnelos a todos, grandes y pequeños, para hacer un cronograma de los momentos y los días que compartirán. Anímalos a proponer horarios y posibles actividades, y no pares hasta tener el plan completo, aun cuando luego le tengan que hacer ajustes. Coloca la hoja con la versión final en un sitio a la vista de todos.
• Respeta el plan y hazlo respetar. Mantén una copia a mano cuando realices tu agenda de obligaciones normales. Pide con tiempo los permisos que necesites y recomienda a todos en casa que hagan lo mismo.
Puede suceder que en un principio los chicos no se sientan muy motivados, pero si perseveras y te mantienes fiel al plan y a tu propósito, pronto los tendrás cautivados. Los momentos inolvidables de nuestra infancia suelen estar vinculados con el tiempo que compartimos en familia y no debemos privar a nuestros hijos de semejante experiencia.
2. Valóralo tanto en calidad como en cantidad. Si hay algo que nos agradecen nuestros hijos es que pasemos tiempo juntos, pero que sea algo agradable y que lo hagamos con frecuencia.
¡Y atención: aquello de que la calidad puede compensar la cantidad en materia del tiempo que dedicamos a nuestro hogar no deja de ser más que un mito! No corresponde a la realidad. Como afirma Karen Dockrey:
"El tiempo diario es irremplazable. Cinco minutos cada día es mejor que cinco horas un sábado o un grandioso viaje de la familia. Las grandes porciones de tiempo sólo son efectivas si existe ya una relación como resultado de pasar tiempo juntos cada día". (Bold Parents, Positive Teens —Padres valientes, adolescentes confiados).
3. Recupera o establece el hábito de comer todos juntos. Antes de exclamar ¡Eso es imposible en mi casa! y precipitarnos a desechar la idea, bien vale la pena que examinemos la evidencia que nos proporcionan los especialistas:
• Los estudios muestran que en los hogares donde los hijos se sientan a la mesa a comer y departir con sus padres, de tres a cuatro veces por semana, son menos propensos a adquirir malos hábitos, a caer en la drogadicción y el alcoholismo y a tener relaciones sexuales prematuras. La razón es que son niños y adolescentes que crecen sin sensación de vacío, se sienten más aceptados y amados.
• Así mismo se ha encontrado que existe una interesante correlación entre el hecho de que los miembros de la familia coman juntos y que los chicos sean exitosos en la escuela. Claro, el momento de tomar los alimentos es muy oportuno para dialogar, exponer ideas, quejarnos o reírnos por algo que nos ha sucedido, pero también para cruzar información y aprender los unos de los otros.
Los beneficios de esta estrategia son inobjetables. Sin embargo, debemos asegurarnos de que sea una experiencia siempre divertida e informal, incluso si estamos enojados o les queremos enseñar modales a nuestros hijos. Ha de ser un tiempo en que ellos se sientan autónomos y libres de expresarse sin temor a recibir sermones o a ser reprendidos delante de los demás.
Ya que es una valiosa oportunidad para cultivar el diálogo y la comunión familiar, debemos evitar toda distracción como la televisión, los celulares o cualquier otro aparato o dispositivo. Debe ser de verdad un tiempo libre.
4. Aparta momentos específicos para cultivar hábitos espirituales. Se ha comprobado que nuestro sentido de comunión humana, seguridad y autoestima se consolidan y fortalecen cuando, independientemente de cuáles sean nuestras creencias, podemos compartir una oración o una reflexión trascendental, o cuando intercambiamos consejos morales y enseñamos valores positivos a nuestros hijos.
5. Dedica tiempo a cada uno de tus hijos, distinto del que comparten en familia. Sea que tengamos uno o más de uno, y puesto que cada uno tiene características particulares, es recomendable que apartemos un tiempo especial para departir con nuestros hijos de manera individual, para conocer sus gustos, sueños y necesidades.
Seguramente nos sorprenderemos de lo que podemos aprender acerca de nuestros hijos y lo que ellos nos pueden enseñar.