Si nos preocupamos por compartir el mayor tiempo con nuestros hijos, ellos se convierten de manera natural en personas equipadas con:
• Más confianza y una estima propia más alta
• Claro reconocimiento en su núcleo familiar
• Menos propensión a ser madres o padres prematuros o solteros
• Un carácter respetuoso, disciplinado, resiliente
• Un estilo de actuar apacible, estable
• Fuertes lazos comunicativos y de protección
• Las competencias para la vida
Por el contrario, la ausencia prolongada o permanente de la vida de nuestros niños y adolescentes, el hecho de negarles el tiempo suficiente para charlar, jugar y divertirse con sus padres, genera en ellos serios problemas tales como:
• Actitud agresiva
• Pobre desempeño escolar
• Aburrimiento
• Sensación de soledad
• Sentimiento de rechazo y abandono
• Inapetencia
• Preferencia por estar fuera de casa o aislarse
• Dificultad para brindar o recibir afecto